jueves, 16 de mayo de 2013

CONVERSANDO CON GUELY VILLANUEVA DÍAZ *


ENCUENTROS CERCANOS CON GRANDES TIPOS


Chiclayo. Plazuela Elías Aguirre. Jueves 10 de octubre de 1997. Mis pasos se dirigen al local del Partido Aprista Peruano. Me habían comunicado que aproximadamente a las 7.30 p.m. encontraría en ese lugar al Prof. Guely Villanueva Díaz.
Desde hace algunos días tengo urgencia de hablar con él.

Antes, una confesión: después que presentó su libro NIXA EN EL SIGLO surge en mi mente el deseo de dedicarle un artículo. Lo pensé: CÓNDAC puede ser propicio para dedicar un espacio a tan reconocido maestro.

Tras unos minutos de espera, veo que su característica figura llega al local aprista. Me aproximo. Un saludo y apretón de manos, no muy efusivos. Le explico el motivo de mi visita. Lo de siempre, palabras protocolares. Enseguida me hace pasar a la biblioteca de su local partidario.

Todo me resulta extraño. Es comprensible, primera vez que tengo contacto con estos ambientes. Seré sincero: percibo cierto ambiente de desolación. ¿Estarán cerca los días cuando se escuchen con mayor fuerza los gritos y hurras en apoyo a los partidos políticos de nuestro país?
De Guely Villanueva sabía poco. Únicamente lo que su hermano Pepe me habló alguna vez sobre su producción literaria. Desconozco a plenitud su larga trayectoria como maestro y político.

Se inicia la conversación. Primera pregunta:

 -¿Profesor Guely, qué recuerda de su niñez en Chota?

Una larga respuesta:

-El campo, las plantas; sí, la hermosa campiña; mis horas de juego con amigos entrañables, de los que se encuentran en Chota: Miguel Vega G. y Amílcar Mestanza.

Sigue hablando. Recuerda su primera labor como “ayudante” de albañil moliendo cemento, su primer pago, y un gran susto, según lo tiene consignado en un cuento titulado “Don Carlos Coquero”.

Le pregunto sobre sus padres. Se emociona y los evoca con cariño. Sin embargo dice:

-Por ser el menor, con mi padre no tuve el acercamiento que sí gozaron con mis hermanos.

Lo comprendo, a veces sucede eso.

Me parece que él estuviera viendo a su padre, don Glicerio, en la pasión que lo envolvió por siempre: la pintura; a su querida madre, doña Orfelina, dedicada a las albores del hogar. Hace referencia a lugares, casas, habitaciones. Después de todo, en Chota estudió la mayor parte de su educación primaria. Otro grato recuerdo para él: haber pertenecido al club “Corazones Valientes”, institución infantil formada a iniciativa del R.P. Segundo Idrogo; menciona a sus componentes y grandes amigos como Eduardo y Alberto Díaz Calderón, a Reinaldo y Jorge Arrascue La Torre, Agustín Villegas, Fermín Y Elías Villena, Beto Fernández, Rafael Aguinaga, Luis Díaz Martínez, su hermano Estuardo, entre otros.

A estas alturas la conversación se torna más cálida.

Me refiere:

-Yo no tuve habilidad como deportista, sin embargo conseguí un lugar en el equipo… portando el botiquín.

Se ríe. Hasta se atreve a confiarme sobre su apodo de esa época. Dice sonriendo:

-A mí me llamaban “piernas gordas”. De sus estudios primarios, en Chota, pondera el desempeño de su Prof. Jorge Sánchez Saldaña en la Escuela Nº 73.

Siguen más preguntas. A continuación las respuestas. Ne hace conocer sobre el desarrollo de sus estudios en diversos centros educativos. Todo lo tiene claro en cuanto a fechas y acontecimientos que lo marcaron para siempre. Hago un resumen: sus estudios primarios los concluye en Chiclayo, en la Escuela Nº 243 (San Pedro), año 1954; la huelga que se suscita en el colegio “San José”, en 1956, le impide continuar sus estudios en ese prestigioso centro educativo. Precisamente la amistad con uno de los líderes de esta huelga, Lorenzo Díaz Fiestas, que al año siguiente desempeña labores de docente en el colegio particular “Chiclayo”, es decisivo para su afiliación en el partido de sus amores: el Partido Aprista Peruano. El mismo aclara:

-En el presente año estoy cumpliendo 40 años como militante aprista.

Sus estudios secundarios los concluye en el colegio “Manuel Pardo” en 1961. Al año siguiente viaja a la Argentina. Ingresa a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de la Plata, donde ya su hermano Estuardo estudiaba Medicina. A su llegada un infausto hecho: la muerte de su querida madre desde hacía cuatro meses. La vida continúa. Luego, su ingreso a la Universidad Nacional de Lambayeque. En 1968 es el primer aprista en asumir la presidencia de la Federación de Estudiantes. En 1972 se gradúa como profesor, pero hay algo que aclarar: ya en 1966 fue nombrado docente del colegio “San Martín” de Cayaltí.

Trabajó también en los colegios particulares Santa Martha, María del Socorro y Elías Aguirre. En 1973 es el año que lo reasignan al colegio “Elvira García y García”. Precisamente en este centro educativo cesa en el cargo de docente, después de haber cumplido los 30 años de servicios oficiales, para lo cual también acumuló los tres años de desempeño laboral como regidor del período 1980-  1983. Recuerda como gratificantes experiencias, plenas de servicio, su paso como Sub-Director Departamental de Educación, año 1987, y Director de la USE de Ferreñafe en 1989.

¿También nos habla de política? Claro que sí. Y lo hace con pasión. De lo mucho que aprendió de Víctor Raúl Haya de la Torre, del contacto personal de su jefe y de los consejos recibidos. Rememora ciertos hechos; tiene tan presente a sus compañeros de partido: a los que sirvieron y a los que se aprovecharon.

Percibo que se emociona; tiene deseos de fumar. Le indico que yo no fumo por tener una dolencia en la garganta. Educadamente él decide no hacerlo.

Más preguntas. Reconoce que el APRA en el poder cometió errores, pero no hasta tal punto de la forma como ha sido satanizado por este gobierno. Lo central reside en su devoción por Víctor Raúl Haya de la Torre y la doctrina de su partido. Afirma:
-Después de mi padre, Víctor Raúl; en todo caso, yo soy más hayista que aprista.

Hace referencias a los viejos líderes apristas. De Andrés Townsend guarda gratos recuerdos. De otro lado, evoca con cierta nostalgia su desatinada expulsión del partido por parte del Comité Ejecutivo Nacional. Siente que no todo está perdido para los partidos políticos. Afirma que el APRA sigue siendo alternativa para guiar los destinos de país…”Y es posible que con Alan García al frente”.

Guely Villanueva ha escrito varios libros. Se ha especializado en temas dedicados al APRA, consumiendo largas horas de investigación. Con mucha razón Andrés Townsend dijo de él: “es el archivero mayor del APRA en Lambayeque”. Comenta que en Lima tiene una obra terminada sobre Haya de la Torre, que espera sea editada por la dirigencia nacional. En lo referente a su actual accionar, pertenece al directorio nacional del Instituto Víctor Raúl Haya de la Torre que preside el Dr. Luis Alva Castro.

La conversación está por terminar. El tiempo pasó muy aprisa. Tiene palabras de cariño para sus cuatro hermanos; cuatro mujeres: Felicia, Consuelo, Deysi y René; tres varones: Jaime, José y Eduardo.

Fue placentero conocer a Guely Villanueva. Casado con Coty de la Oliva. Padre de cuatro hijos, su mayor orgullo: Liliana, Guely Víctor Raúl, Miguel Armando y Luciana, de 17, 16, 13 y 7 años, respectivamente. La primera, estudiante de Derecho en la Universidad Particular de Chiclayo. El segundo, alumno sanjosefino, actual Secretario General de la Juventud Aprista de Lambayeque.

Tengo más datos. El Prof. Guely establece su admiración por Nixa, el Dr. Guillermo Baca Aguinaga y por el Prof. Alfredo Delgado Bravo. Asimismo llego a saber de su adicción por la lectura, su preferencia por las películas con motivaciones políticas; de su poca afición a los deportes y que no le agrada practicar el baile.

-Solamente me gusta ver cuando lo demás bailan-dice. De licor, nada de nada.

“Sin embargo, Prof. Guely cada 28 de diciembre tiene que ser propicio para que se tome un vinito”.

Al final, el acto de despedida. Yo, por supuesto, más tranquilo.

Hasta pronto profesor.


*En CONDAC. Año 2, Nº 2. Octubre 1997.

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